Frankie dirige un gimnasio con la ayuda de Scrap, un boxeador retirado. Una noche tras un combate, Frankie es asaltado por una chica que desea ser entrenada para convertirse en profesional. El viejo entrenador se niega en redondo, pero pronto se ve arrastrado por la energía y las agallas de Maggie. La falta de una figura paterna para la chica y el alejamiento que ha sufrido Frankie de su propia hija, convertirán su relación en algo mucho más profundo que lo meramente deportivo.


Una de las mejores películas de la primera década del siglo que estamos estrenando. Eastwood demuestra que es tan gran director como intérprete.

Cuando uno se espera una película meramente deportiva con un toquecito de drama a lo Rocky Balboa, se encuentra con un peliculón cargado de emotividad. Por ajeno que te sea el mundo del pugilato, te será imposible no morderte las uñas hasta los codos ante la expectación que genera la astronómica y fugaz carrera de la joven boxeadora.


No solo la dirección y el guión son obras maestras. El apartado técnico se completa con una dirección de foto alucinante, donde el ya veterano Thomas Stern consigue una ambientación genial.

El elenco de actores que secunda a Eastwood no podía ser mejor. Morgan Freeman nunca decepciona y Hilary Swank está a la altura de la enorme experiencia que tienen sus compañeros. Ambos se llevaron el Oscar por su trabajo en esta película y si bien Eastwood no lo consiguió actuando, lo consiguió desde la silla del director.


Una película que bien merece una oportunidad en tu DVD. Sobresaliente en todos los aspectos.

Esta y otra barbaridad de películas, en: Palomitas con refresco